Mierda. Son las 5 y llego 15 minutos tarde. Debería darme prisa, he quedado con ella hace ya rato, me visto, me peino y me largo. Maldita sea ¿dónde está mi camiseta? Seguro que mi madre la ha vuelto a echar a lavar otra vez. Tenía que ser esa, mi camiseta de la suerte. Bueno, ahora no tengo tiempo, me pondré esta otra. Listo. Me voy. ¡Ah! Casi olvido el walkman. Bueno ahora sí me voy.
Adoro esta canción, me recuerda tanto a ella. La música suena mucho mejor cuando pienso en ella, la siento mucho más. Bueno, ya casi he llegado, espero que no le importe mi retraso. Joder, llego media hora tarde en la primera cita. A lo mejor debería comprar algo por el camino como compesación. Sí, una rosa. Perfecto.
Mirala, ahí está, tan guapa como siempre. No, miento, mucho más guapa. Se ha preparado mucho más, se nota en esos ojos maquillados a la perfección que hacen resaltar esos ojos verdes tan precisos que tiene. Maldita sea, te has atascado pensando en sus ojos y ya casi estás. Procura no hacer el ridículo mucho más, quita esa cara de atontado y saludala. Dios, si es que es preciosa, su belleza me deslumbra como el más brillante de los diamantes.
No puedo dejar de pensar en ella. Me pierdo en sus ojos. Maldita sea he vuelto a atascarme pensando en sus ojos. ¿Quieres dejar de hacer el imbécil? ¡Reacciona! Bien. Está hablando ella. Mientras piensas cursiladas finge que la estás escuchando. Es tan guapa… No me atrevo a abrir la boca, está tan guapa contándome sus cosas… no puedo dejar de mirarla. Me recuerda a la libertad, esa sonrisa tan inocente me recuerda a la juventud vivida. Espera… ¿vivida? ¿cómo que vivida? ¿es que aún no soy un joven de 20 años? Que va, es un sueño. Un hermoso sueño. Estoy soñando con ella otra vez, es ese maldito sueño que se me repite una y otra vez y que hace que ella permanezca en mi memoria por el resto de mis días, aunque ya no sean muchos.
Es ahora cuando nos vamos a ver el atardecer al parque de la colina. Mierda… es el momento en el que se acaba el sueño. No quiero que acabe, quiero quedarme con ella un rato más. Es el momento del beso, el momento en el que el sueño acaba…
Me despierto solo en mi cama, con su lado intacto, que rocío todos los días con su perfume para sentir que está conmigo cada vez que me acuesto.
-Mierda.
Me levanto, me visto con la ropa que llevé aquella primera cita, como cada vez que tengo ese sueño, y a mis 87 años, después de 10 años desde su muerte, aún subo al parque de la colina a pasar el día y ver a todas esas parejas de enamorados porque es la única manera de honrar su memoria que se me ha ocurrido. Hoy es el aniversario de aquella primera cita. Beso su foto antes de salir, compro una rosa por el camino y una vez en la colina, dejo la rosa en aquel banco en que perduran nuestros nombres grabados, me siento y espero a que anochezca, para volver a acostarme solo en mi cama, llorando por la persona amada perdida.